En el Perú hay una incalculable población afectada por el funcionamiento de gaseoductos y extracción de petróleo. Las denuncias ambientales no resueltas muestran en la selva ecosistemas enteros dañados por los efectos de la producción de energía fósil, la cual no solo los ciudadanos no reciben ningún beneficio social, ni económico, sino que además aún quedan pasivos no solucionados. En el Norte del país, la exploración de zonas petroleras, además de su proceso de extracción, impacta de forma significativa a especies totalmente dependientes del equilibrio climático.

Sumado a esto, Perú debe recordar que esta catalogado como el tercer país más vulnerable al Cambio Climático, y tiene un índice medio – alto de riesgo debido a la falta de adaptabilidad de variaciones climáticas.

Sin embargo, el país continúa desarrollando actividades basadas en la producción de energía de fuente fósil. No se consideran los daños al ambiente, ni a la población. No se considera la afectación a comunidades nativas, ni tampoco que el uso de estas fuentes de energía solo empeoran las condiciones del país frente al Cambio Climático. Ni siquiera tenemos acceso a precios justos por el gas en los hogares, y en ciudades como Lima, donde se concentra la mayor población, más del 36% del petróleo se utiliza para el sector transporte, intensificando día a día la contaminación en la capital del país.

Un poco más de consideración a la población, especies y ecosistemas afectados para producir tan preciados hidrocarburos de alto costo económico, y costo ambiental causal del incremento de gases de efecto invernadero.